Un total de 51 mujeres han sido asesinadas por violencia de
género en 2014. Una de las víctimas, Ana, había denunciado a su maltratador
veinte veces. Veinte. Impotente, acabó diciéndole al juez que instruía su caso:
“Este hombre me matará”. Sí, Ana está muerta.
Cada vez que oigo a alguien hablar de denuncias falsas me
doy cuenta de que este país se va a la mierda definitivamente. Datos de la
Fiscalía General del Estado revelan que el porcentaje de denuncias falsas está
en torno al 0,005% del total de denuncias por violencia de género. Datos del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad demuestran que la mayoría de
las mujeres asesinadas no habían denunciado a sus maltratadores. Tienen miedo.
Miedo a la muerte. Miedo a las represalias. Y también a no ser escuchadas.
Porque hasta que no hay un cadáver de por medio no dejamos
de hablar de denuncias falsas. No creemos a estas mujeres hasta que las matan.
Me imagino que eso consolará muchísimo a sus familiares y amigos: ya no son
feminazis mentirosas, ahora son pobres víctimas. Eso sí, bajo tierra, para que
no molesten. Para que podamos seguir hablando de zorras que ponen denuncias
falsas porque les da la gana.
A mí me pesa Ana. Me pesan las 51. Pero ayer Yolanda
Besteiro, experta en violencia de género, ponía de relieve un dato
estremecedor: tan sólo al 0,05% de la población le preocupa este tema. Tan sólo
el 0,05% lo considera importante. Tenemos 51 cadáveres calientes, pero la
mayoría de la gente pasa de largo. También las mujeres.
Supongo que hasta que no te pasa a ti no te das cuenta de
que el peligro es real.
Violeta