martes, 25 de noviembre de 2014

(Nos) faltan 51 mujeres

Un total de 51 mujeres han sido asesinadas por violencia de género en 2014. Una de las víctimas, Ana, había denunciado a su maltratador veinte veces. Veinte. Impotente, acabó diciéndole al juez que instruía su caso: “Este hombre me matará”. Sí, Ana está muerta.

Cada vez que oigo a alguien hablar de denuncias falsas me doy cuenta de que este país se va a la mierda definitivamente. Datos de la Fiscalía General del Estado revelan que el porcentaje de denuncias falsas está en torno al 0,005% del total de denuncias por violencia de género. Datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad demuestran que la mayoría de las mujeres asesinadas no habían denunciado a sus maltratadores. Tienen miedo. Miedo a la muerte. Miedo a las represalias. Y también a no ser escuchadas.

Porque hasta que no hay un cadáver de por medio no dejamos de hablar de denuncias falsas. No creemos a estas mujeres hasta que las matan. Me imagino que eso consolará muchísimo a sus familiares y amigos: ya no son feminazis mentirosas, ahora son pobres víctimas. Eso sí, bajo tierra, para que no molesten. Para que podamos seguir hablando de zorras que ponen denuncias falsas porque les da la gana.

A mí me pesa Ana. Me pesan las 51. Pero ayer Yolanda Besteiro, experta en violencia de género, ponía de relieve un dato estremecedor: tan sólo al 0,05% de la población le preocupa este tema. Tan sólo el 0,05% lo considera importante. Tenemos 51 cadáveres calientes, pero la mayoría de la gente pasa de largo. También las mujeres.

Supongo que hasta que no te pasa a ti no te das cuenta de que el peligro es real.

Violeta

domingo, 9 de noviembre de 2014

La prostitución, la esclavitud más romántica del mundo

La prostitución no es el trabajo más antiguo del mundo. Es la esclavitud más antigua del mundo. Y, actualmente, también es la más romántica. Nadie ve romanticismo en atar cadenas a una persona y, a golpe de látigo, arrastrarla hasta la plantación de azúcar de turno; pero parece ser que atar cadenas a una persona (en forma de precariedad económica) y explotarla sexualmente es algo casi poético para algunos hombres.


Esos hombres reivindican la satisfacción de su deseo sexual a cambio de dinero como uno de sus derechos fundamentales. Las redes sociales son su campo de batalla particular: difunden este mensaje con una literatura más o menos elaborada, pero siempre revestida de un romanticismo que huele a huevos podridos. Estos hombres se llenan la boca hablando de libertad; naturalmente, de su libertad para pisotear la libertad de otras. Reivindican, ni más ni menos, la libertad de explotar sexualmente a mujeres en una situación precaria: se calcula que en España el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de redes de trata (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/04/actualidad/1404495394_132206.html). Al 10% restante hay que añadirle el porcentaje de mujeres que recurre a la prostitución por hallarse en una situación desesperada, económicamente hablando.


He aquí algunas de las claves de las relaciones sexuales:
  • Aunque a algunos les pese, la satisfacción sexual no es un derecho. Y, si lo fuera, sería un derecho de hombres y mujeres y no sólo de los hombres, que es lo que se da a entender con argumentos seudocientíficos y sin ningún fundamento.
  • Si la prostitución implicase un disfrute sexual por parte de ambos, prostituta y cliente, ¿acaso no habría hombres que se dedicarían a ella? (Los hay, pero son un porcentaje irrisorio frente al número de mujeres.)
  • La libertad sexual se materializa cuando dos personas eligen en plena libertad mantener relaciones sexuales. La satisfacción sexual es mutua y, obviamente, nadie espera una retribución económica a cambio. Cuando una de esas dos personas se está aprovechando de la necesidad de dinero de la otra, la relación sexual deja de ser libre y, por tanto, ya no podemos hablar de libertad sexual, sino de esclavitud sexual.

Finalmente, hay voces, incluso dentro del feminismo, que exigen escuchar a las prostitutas para conocer su opinión. Eso estaría muy bien si las víctimas de las redes de trata (recordemos, alrededor del 90% de las prostitutas) pudieran dar su opinión. Desgraciadamente, casi nunca pueden: para empezar, no tienen acceso a las redes sociales. He aquí algunos de los escasos testimonios de supervivientes de la trata: http://www.teinteresa.es/mundo/historias-victimas-trata-personas_0_794921366.html.

Concluyendo, desde Feminismo 3. 0. nos posicionamos a favor de los derechos humanos y en contra de cualquier tipo de esclavitud. Recordando a quienes nos leen que un derecho humano es una vida digna y libre de violencia, y no la satisfacción del deseo sexual (¿?). Y recordando también que la prostitución no es romanticismo, sino esclavitud.