La
autoestima es clave para alcanzar cualquier objetivo, ya sea de forma
individual o colectiva. Es difícil que un estudiante que se considera estúpido
saque buenas notas o que un adolescente que se cree feo se anime a pedir una
cita; del mismo modo, las conquistas sociales no se realizan si el pueblo se
muestra pesimista.
La lucha de las mujeres por la
igualdad debe sortear un gran obstáculo: el esfuerzo de la sociedad por
bajarnos la autoestima.
Las mujeres inseguras suelen ser
más dóciles y complacientes. Por eso los medios de comunicación potencian la
inseguridad. ¿Cómo? Haciéndonos sentir feas. Día tras día, nos muestran una y
otra vez modelos de mujer imposibles de alcanzar.
Las mujeres perfectas que nos muestran en las revistas son fruto del maquillaje y el retoque fotográfico. |
Las diosas que nos enseñan en
los medios de comunicación no existen. Hay quienes se esfuerzan por destapar
las falsedades del maquillaje y los retoques fotográficos –la revista Cuore es un ejemplo–; pero, a la hora de
la verdad, muchas mujeres terminan por asumir que nunca alcanzarán ese ideal de
perfección. Esto puede causar una gran
frustración, llegando incluso a provocar trastornos alimenticios y, en última
instancia, el deterioro irreversible del cuerpo. Además, es una potente
herramienta de control social: mientras las mujeres estemos preocupadas por
adelgazar, tonificar nuestros músculos, engordar nuestros pechos, teñirnos el
pelo y mejorar nuestra piel –todo ello con el único fin de agradar a los
varones–, no nos preocuparemos por que se nos respete y considere iguales que
los hombres.
¿Desde cuándo la belleza consiste en bañar a una chica en maquillaje y ponerle postizos en el pelo? |
Hemos de ser realistas: nunca
tendremos un cuerpo perfecto, liso y tonificado; nunca tendremos la piel de
porcelana; nuestro cabello nunca será brillante y sedoso como en los anuncios.
Porque las mujeres
perfectas no existen. Pero no hay que asumirlo como una cruda realidad, sino
reírnos de que alguien pretenda que realmente nos convirtamos en barbies.
La belleza real existe y está al
alcance de todas: una sonrisa limpia, un olor agradable, una forma de vestir
original…
Los maniquíes de las tiendas son
todos perfectos y también perfectamente remplazables. Un cuadro de Picasso no
es perfecto, pero sí único.
Violeta
No hay comentarios:
Publicar un comentario