Esta
entrada vamos a dedicarla, como indica el título, a hablar de un debate que
sigue estando en boga, sobre todo después del ataque ideológico del Gobierno
del Partido Popular a los derechos de las mujeres. Este post no va a hacer
ninguna alusión al aborto, sino a la capacidad de la mujer para decidir sobre
su cuerpo y su maternidad. El debate sobre la irrupción voluntaria del embarazo
está sobradamente superado en cualquier país progresista del mundo. Es más,
quienes siguen aferrados a este debate no hacen sino poner una cortina de humo
a la verdadera cuestión: la capacidad de la mujer para decidir sobre ella misma
y sobre su cuerpo. Les falta coraje para admitir que no dotan a la mujer de sus
capacidades autónomas de decisión, y recurren continuamente al debate sobre
aborto sí, aborto no. Debate superado desde hace décadas.
Si
no estamos capacitadas para decidir sobre nosotras mismas, ¿cómo vamos a
estarlo para ser madres? Definía el actual Ministro de Justicia, Alberto Ruiz
Gallardón, el aborto como ‘violencia estructural’. Y yo me pregunto, ¿hay
violencia estructural más grande que darle a una mujer a elegir entre la
maternidad forzosa o la cárcel?
Conviene resaltar que las del PP no son
políticas pronatalistas, pues mientras obligan a la mujer a una maternidad
forzosa, quitan de la sanidad pública los tratamientos de fertilidad. Obligan a
las mujeres que no desean ser madres a serlo, mientras se lo impiden a las que
sí lo desean. La visión de la mujer como el ‘ángel del hogar’, que alcanzaba su
máxima feminidad siendo una ‘buena’ madre y una ‘mejor’ esposa, quedó
ridiculizada y cuestionada con vigor en las décadas de los años 60 y 70 del
siglo pasado. Ninguna mujer es más mujer por ser madre. Toda mujer tiene la
capacidad de decidir sobre su maternidad, y el Estado el único cometido que
tiene es garantizar la seguridad de la mujer. Si decide interrumpir su embarazo
tiene que disponer de los medios para hacerlo de la forma menos traumática
posible, pues, pese a la demagogia y la misoginia que desprenden los
comentarios de algunas personas, NINGUNA mujer aborta por placer. Del mismo
modo, las mujeres que deciden seguir adelante con sus embarazos o desean tener
descendencia, tienen que estar amparadas por políticas que faciliten la
natalidad.
Las
mujeres no pedimos favores, exigimos derechos, y seguiremos exigiéndolos.
En
posteriores entradas ahondaremos en otras cuestiones como la legislación sobre
la irrupción voluntaria del embarazo o los ataques ideológicos de la derecha contra
la mujer, su capacidad de decisión y sus derechos.
Rosa
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