El otro día me dijeron
que frene la lengua,
que modere los
actos,
que critique, que
señale,
que me inconforme.
Pero, en voz baja.
Y entre nosotras.
Que los compañeros
de lucha,
cualquier lucha,
se pueden sentir
afectados.
Que espere, que el
movimiento social,
cualquier
movimiento social,
tiene planes para
las mujeres,
pero, que espere,
todavía no es el
tiempo, ni la hora.
El otro día me
dijeron
que sea más
responsable
al decir
antipatriarcado,
al denunciar al que
acosa,
al señalar al que
desprecia.
Que cuide a los
compañeros,
que sea amorosa,
que les haga sentir
bienvenidos,
que mis reclamos no
vayan a ofenderlos.
Me lo dijo una, que
se dice compañera,
y le he preguntado.
Pero, no ha ido a
ver al indio,
para decirle que denuncie
bajito
al caxlan que lo
desprecia.
Y no ha ido a ver
al obrero,
para decirle que
espere,
que sea más amable
en sus reclamos con
el patrón.
Y no ha ido a ver
al campesino,
para decirle que
defienda su tierra
con amabilidad y
sonrisa.
Pero a mí, sí ha
venido a hablarme
para decirme que no
vea,
que si veo no
señale,
que no lo tome como
ofensa.
Que comprenda.
Me dijeron.
Que finja, que no
me dé cuenta
de que éste mira
mis senos,
de que éste me
estorba la palabra,
de que éste me
llama a la elegancia femenina,
de que estos no son
de los míos.
De que dicen
lesbiana, pero en voz baja.
Que por las buenas
son mejor las cosas.
Que no demuestre el
abuso.
Que no llame
machista.
Que no use la
palabra misoginia
para el que me
niega.
Que acompañe al
movimiento
y, por las buenas,
ya irá tocando la nuestra.
Me dijeron,
y estoy pensando
que no es justo.
Para murmurar el
descontento,
para perpetuar los
roles,
mejor me habría
quedado en casa a lavar los platos.
Que nada más no puedo.
Ni he de callarme.
Ni cerrar lo ojos,
ni fingir.
Ni moderar la
lengua ni los actos.
Que no dejaré de
criticar, ni de señalar, ni de inconformarme.
Ya hemos dado mucho.
Ya dieron bastante
mis madres y abuelas.
Hemos sido tantas:
las presas
políticas,
las agredidas,
las trabajadoras,
las que sostienen
la casa mientras la huelga,
las que siembran la
tierra,
las sindicalistas,
las maestras,
las que nunca son
nombradas,
las que toman los
medios.
Las que barren y
reparten volantes mientras el macho líder hace discurso.
Las que ya están
hartas…
Todas, mis hermanas.
Que ya toca la
nuestra y no para luego.
Que hay que decir:
ya, a este tiempo y a esta hora.
Que para gritar
contra la opresión, no hay corrección política.
Decir: hay una
izquierda machista y reaccionaria, no me atemoriza.
Me dijeron, me
sugieren, me invitan a moderarme.
Pero yo, nada más
no puedo.
Yo entiendo ser
mujer de otra forma.
Yo quiero de otro
modo hacer las cosas.
No voy a
disculparme,
No puedo condolerme.
Porque tengo esta
voz.
Es voz libre y
autónoma.
Es voz nueva,
revolucionaria.
Tengo esta voz
fuerte.
Voz lesbiana, nunca
más silenciada.
“Me dijeron”
por
Patricia Karina Vergara Sánchez